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Los auriculares llevan décadas siendo nuestros fieles compañeros en los momentos de ocio y desconexión, pero los modelos más actuales distan eones de aquellos que ... conectábamos al transistor a pilas de nuestros padres. No solo porque vengan desprovistos de cables (vivimos en la era de lo inalámbrico), sino por una tecnología que ha elevado considerablemente la experiencia de escucha: la cancelación de ruido activa. Quienes la prueban se ven incapaces de vivir sin ella y la recomiendan vivamente.
Los tradicionales auriculares de diadema solían optar por una cancelación pasiva; el aislamiento físico del oyente a través de almohadillas acolchadas que encapsulan el oído y absorben las vibraciones. Sin embargo, el llamado 'active noise cancelling' (indicado como 'ANC' en el embalaje del producto) emplea componentes electrónicos para obrar su magia: unos micrófonos captan el ruido externo al tiempo que un procesador genera una onda sonora inversa y superpuesta. ¿El resultado? Todo lo que nos rodea se acalla para dejarnos a solas con lo que importa: nuestra música favorita o los diálogos de la serie en que nos encontramos inmersos.
La gran pega de la cancelación activa reside obviamente en su consumo de batería, si bien los auriculares vigentes pueden proporcionar entre 20 y 30 horas de reproducción continuada con dicha opción activa (más que suficiente para todo un día fuera de casa). El precio de estos dispositivos también se ha moderado, dado que la tecnología –cuyos primeros conceptos teóricos se remontan a la década de 1930– lleva perfeccionándose desde comienzos de los 2000, cuando firmas como Sony, Bose o Senheiser acometieron los primeros esfuerzos por miniaturizarla. Hoy día es habitual en auriculares 'in-ear' (acoplables a la oreja) como los populares AirPods.
Una de las principales bondades de los auriculares con cancelación de ruido es que nos ayudan a concentrarnos y, de paso, incrementan nuestra productividad. Muchos los utilizan durante las sesiones de estudio o en la oficina para abstraerse del entorno y centrarse en ese informe que han de entregar cuanto antes. Incluso se han convertido en accesorio imprescindible para los asiduos a la lectura cuando intentan avanzar unas páginas en lugares especialmente ruidosos. A este respecto, un estudio publicado en The Journal of the Acoustical Society of America (Banbury & Berry, 2005) demostró que la concentración en los entornos profesionales queda ampliamente afectada por el sonido constante de los teléfonos o el mero cuchicheo de fondo entre empleados.
Otro punto a considerar es el de la fatiga mental, que la tecnología ANC contribuye a mitigar. Nuevamente no lo decimos nosotros, sino la propia Organización Mundial de la Salud (OMS): estar expuestos a un ruido ambiental superior a 55 decibelios incrementa el riesgo de hipertensión, insomnio y estrés crónico. De ahí que esté convirtiéndose en común algo impensable hace unos años: quienes se ponen los auriculares sin música, únicamente con el modo de cancelación habilitado, para hacer más llevaderos los desplazamientos en un transporte público atestado de pasajeros o en los aviones (camuflar sus ruidos típicos ayuda a los aerofóbicos).
Ponerse los auriculares para dormir (en los propios vuelos o por la noche) es otra tendencia emergente: vivir cerca de una autopista o una estación de bomberos, por poner dos ejemplos extremos, dificulta conciliar el sueño y afecta a su calidad, de hecho, se ha comprobado empíricamente que pasamos menos tiempo en la llamada fase de sueño profundo y nos levantamos tan cansados como nos acostamos.
Se da por hecho, además, que el 'active noise cancelling' mejora la calidad del sonido, lo que nos beneficia en dos frentes: por un lado percibimos mejor tanto la narración de un audiolibro como aquellos detalles de nuestro álbum favorito que nos habían pasado desapercibidos. Y, por otro, tendemos a subir menos el volumen para contrarrestar el ruido ambiente, lo que protege nuestra salud auditiva. Esto último es de vital importancia para la juventud: la OMS estima que mil millones de jóvenes sufrirán pérdida de audición por escuchar música a un volumen elevado durante periodos de tiempo cada vez más prolongados.
Sin embargo, todo esto presenta inconvenientes si pasamos demasiadas horas inmersos en nuestra burbuja de silencio particular. Los expertos recomiendan usar auriculares ANC durante un máximo de 2 a 3 horas diarias para evitar fatiga auditiva y una pérdida de la conciencia de nuestro entorno. Igualmente, los dispositivos que se apoyan en el cono de la oreja pueden favorecer las infecciones por acumulación de sudor y humedad; toca limpiarlos al menos una vez a la semana para eliminar restos de cera o residuos, usando una toallita hidroalcohólica para acabar con posibles bacterias y hongos.
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