El riesgo de fuga de clientes se cuela en la opa de BBVA a Sabadell

En los despachos de BBVA son conscientes de esta situación y ya trabajan para minimizar este impacto, en caso de que la operación se culmine con éxito. Entre otros aspectos, la entidad ya ha trabajado con la CNMC para establecer una serie de compromisos, como el de no cerrar oficinas a menos de 300 metros o mantener las condiciones comerciales para clientes particulares, autónomos y pymes donde haya menos de cuatro competidores. Del mismo modo, no se cerrarán las oficinas especializadas del Sabadell y se mantendrá el crédito a determinados segmentos durante tres años, con una extensión de otros dos si Competencia así lo considera.

En todo caso, el riesgo de fuga de clientes hacia otras entidades no es menor. Según una encuesta encargada por Banco Sabadell a la firma Zinclar -elaborada a través de 1.100 encuestas a particulares mayores de 18 años que tienen relación con alguna entidad financiera- siete de cada diez clientes que tienen como banco principal al Sabadell se pensaría cerrar su cuenta en la entidad resultante para cambiar de banco. Por su parte, el 21% de los clientes de BBVA también estarían dispuestos a cambiar de entidad financiera si se materializase la fusión.

El propio Josep Oliu recordaba recientemente cómo Banco Santander «perdió el 60% de los clientes del Popular» tras la caída del banco en junio de 2017 y su posterior absorción por el valor simbólico de un euro por parte de la entidad presidida por Ana Botín.

Lo mismo ocurrió con CaixaBank y Bankia en el proceso de fusión, con una notable sangría durante los dos primeros años del proceso de integración que, no obstante, la entidad ha logrado enderezar con el paso del tiempo.

Los expertos apuntan a que, en este caso, el problema llega por el fuerte arraigo al territorio y al modelo de banca del Sabadell de buena parte de los usuarios de la entidad, que en muchos casos también son accionistas. Fuentes del entorno apuntan a que los principales beneficiados en este sentido podrían ser CaixaBank -con fuerte presencia en Cataluña- o entidades de menor tamaño que busquen crecer en el territorio, algo que también podría afectar al propio Banco Santander, con menor presencia en la zona.

La encuesta también refleja cómo uno de los efectos más negativos para los encuestados es la afectación a nivel de pérdidas de empleo en los dos bancos. «Más del 76% considera que este efecto negativo será mucho o bastante para los profesionales de sendas plantillas, mientras que para los clientes de Banco Sabadell es del 70,6% y del 53,4% para los clientes de la entidad vasca», apuntan los resultados del cuestionario.

Esta es, precisamente, una de las principales preocupaciones del Gobierno, que tiene de plazo hasta el 27 de junio para anunciar su decisión sobre la posibilidad de imponer nuevas condiciones en base al «interés general». Entre ellas, el mercado maneja la posibilidad de prohibir despidos o el cierre de sucursales, aunque este movimiento correría el riesgo de toparse con Bruselas, que no ve con buenos ojos esta intervención política en una operación que ya ha recibido el visto bueno de Comptencia y del BCE.

La Comisión Europea espera el anuncio del Consejo de Ministros para valorar si debe o no pronunciarse, sin descartar la posibilidad de abrir un proceso sancionador si considera que el Gobierno se extralimita en sus funciones.